Antes me llamaba Mateo y era director de cine.
Desde muy joven siempre me tentó la idea
de ser alguien más, además de yo mismo.
Vivir una sola vida no me bastaba,
así que me inventé un seudónimo. Harry Kein.
Un aventurero que por avatares del destino se convertía en escritor.
De momento le hice firmar todos los guiones y relatos que escribí.
Durante años Mateo Blanco y Harry Kein
compartieron la misma persona, yo.
Pero hubo un momento en que, de modo abrupto,
no pude ser otro que Harry Kein.
Me convertí en mi seudónimo.
Un escritor hecho a sí mismo por sí mismo.
Solo había un detalle que no había registrado.
Harry Kein sería un escritor ciego.
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